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Una cita con la gloria

Con el Maracaná como mítico escenario, Alemania y Argentina se enfrentan esta tarde (15:00), por la corona que dejó vacante España, un título mundial que puede refrendar la idea del juego alemán o consagrar a Lionel Messi junto a los más grandes de la historia, si triunfa la Albiceleste.
Para los alemanes, el título significa la culminación de un proceso que comenzó hace 10 años, cuando entre Jürgen Klinsmann y Joachim Löw se propusieron cambiar un modelo basado en el físico que, a fuerza de repetirse, se había quedado anquilosado.
Con Löw al mando después del Mundial de 2006, Alemania ha ido puliendo su juego, mostrándose como un equipo atractivo, pero sin títulos, que siempre chocó con la hegemonía de España.

Y luego está Messi. Ganador de todo con el Barcelona, al mejor jugador del siglo XXI se le ha negado el acceso al Olimpo mientras no conquiste un título mundial. Debía hacerlo, además, como lo hizo Maradona, cargando sobre su pequeño cuerpo con el peso de todo el fútbol de su selección.
Messi, ausente en todo el tramo final de la temporada europea, aceptó el reto y durante toda la primera fase fue el faro que condujo a la Argentina a la siguiente ronda.

En Alemania, la preocupación es Mats Hummels, uno de los mejores centrales del torneo, que arrastra molestias desde la primera fase y que tendrá que medir su respuesta frente a la velocidad del ataque argentino.
Obligado a llevar la iniciativa, el conjunto alemán sabe que no encontrará tantos huecos como contra Brasil, donde por un error táctico de Luiz Felipe Scolari, los de Löw se hicieron con el control del centro del campo.
Probablemente, Löw repetirá con Philip Lahm en el lateral, para acomodar en el centro del campo a Sami Khedira, uno de los más destacados en el Mineirazo (1-7), pero el Maracaná será una olla albiceleste.
De la respuesta alemana, del regreso de Messi o de la irrupción de alguno de los ilustres secundarios argentinos depende algo más que un título mundial, la consagración de la era Löw, el legado de Alejandro Sabella, que ha dejado pistas de querer dejar el cargo, o la gloria de Messi que igualaría el título de Maradona en 1986.
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